Los caminos del habla

A mi hermano Miguel

Ahora vino la muerte

No tan silenciosa, todo un estruendo sordo

De días apagados, presintiendo un destino

Ahora se me ha mostrado con toda su miseria

Con un mandato mudo de olvidar cada día

Como si varias velas se fueran apagando

O al revés un reborbotear de memorias dormidas

En cada cosa un eco, en cada pliegue un hilo

En cada pensamiento, siempre alguna deriva

hacia un recuerdo nimio, palabra apenas dicha

Así vino la muerte preanunciándose muda

Con tono inexorable de silencio ya gritos

Ahora estoy aquí, hermano,

En el patio de Laprida

En las claves mezcladas de la infancia

O aquí más cerca

Jugando nuestra media carrera,

Tal vez a la escondida

Cuántas veces, a medias, los encuentros

Que ya no serán, o apenas sombras

Cubriendo este manto de nostalgias

De lo que no fue, o todavía

O tal vez sí, poblando la memoria

Hoy todo, y ayer también oliendo muerte

los objetos me miran

Balbucean sus tonos de rareza

Sus adioses a medias son gestos que vacilan

Confusa mezcla ahora, de memoria y vahido

Los libros también como un admonitorio

De lo que vendrá, inexorablemente hablando

Todas las cosas ocupando

espacios de silencio

charlas interrumpidas

confesiones ausentes,

las cosas que nos miran,

una canción, la llave,

cuentos en alta voz, Cortázar, 

en   Cartas de mamá

Las fotos, un recuerdo dormido

Las vueltas en el parque

El ipod, ya en desuso

Revivido en pandemia

Y luego está la música

Y Sabina el poeta

El pasar por la puerta

Las luces en sigilo

El café que me ofrece, el café que me sirvo.

La palabra no dicha, el recuerdo tardío

Y qué más quiero decir

Ahora que las horas tristes

Y que las velas se vienen apagando

Y ya no más siquiera las ausencias

Hay un sonido tibio de marimbas dormidas

Un hambre de infinito

Una tristeza herida.

  •  

     

ningún comentario hasta ahora ↓

Enviar un comentario

Su e-mail no será publicado. Los campos obligatorios están marcados con *

*