Los caminos del habla

Elisa quiere estudiar

 

Elisa  quiere estudiar

 

 

Escena I

Elisa y Julio, su novio en el banco de una plaza mirando al público.

Julio -  ¿Y qué tanto misterio? Contame… ¿qué me tenías que contar?

Elisa  - Que al fin encontré trabajo.

Julio - ¡¡Qué bueno!!! ¿Dónde?

Elisa  - En una casa de familia, cama adentro, salgo los viernes.

Julio  - No, no puede ser ¿Qué decís? No lo puedo creer.

Elisa  - ¿Qué pasa…, no te alegra, cuál es el problema?

Julio  -  Que no puedo creer que te hayas metido en casa de burgueses.  Fue por eso entonces que te busqué toda la semana y no pude encontrarte. ¡¡Estabas internada!! ¿Cómo se te ocurrió?

Elisa  - Me pasó el dato la Bety…, que una amiga de ella dejaba el trabajo y estaban buscando reemplazante.

Julio   - No me refiero a eso, te pregunto cómo pudiste elegir eso, trabajo de mucama , de sierva.

Elisa - No soy sierva, soy empleada y además no lo elegí, me llegó, estaba sin trabajo.

Julio   - Me hubieras dicho a mí, podría haber preguntado en la fábrica, o en otros lados, tengo muchos amigos.

Elisa   - ¿Cuánto hace que te digo que ando buscando, que no tengo chamba?

Julio - (molesto) Qué se yo, no sé. Ahora no me vengas con reproches.

Elisa  - Yo no te vengo con nada, eres tú  el que me reprocha, yo sólo quería compartir …, festejar.

Julio -   (con mucha bronca) ¿Festejar…? ¡por favor no me hables de festejo…! (se produce un silencio tenso, no se miran ni se hablan por unos minutos).

Elisa  - (agarra la cartera y se  levanta ) Bueno si estás tan embroncado me voy.

Julio   - (la toma del brazo y la hace sentar nuevamente). Esperá, no te podés ir así. Perdóname la reacción pero me tomaste de sorpresa… Todo se va a arreglar Ya vamos a ver..., te voy a conseguir otra cosa, te juro, voy a averiguar por todos lados, algo va a salir. Por el momento quédate ahí  y confiá en mí.

Elisa  - (con cara de incrédula que él no ve) De acuerdo, esperemos entonces.

Julio  -  (más distendido) Bueno ahora contame ¿cómo te fue con esos bichos?

Elisa  - Por ahora bien, la señora un poco desconfiada, los primeros días, me estuvo investigando de todo: que si estoy sana, que si me drogo, que qué cosas leo, sobre mis costumbres.  Yo sentía que todo lo que me preguntaba tenía una doble intención.

Julio -  No te decía yo….. que son de terror….

Elisa – Lo que más me molesta son las vueltas que da, si me lo preguntara directamente no me chocaría tanto. ¡Ay si la vieras…! La cosa es que te busca conversación y en seguida cae con una pregunta traída de los pelos que apunta a eso, a sacar información.

Julio -  (intrigado) ¿Información? ¿Qué información te quiere sacar?

Elisa -  No tonto, información sobre mi persona…, para clasificarme. Sí, eso, clasificarme.¿A ver…, cómo te explico?  Hay un nosotros y un ellos (se queda pensando) bueno en eso un poco se te parece.  Y dale, y dale con con esa frase, “porque ustedes…..”, -el ustedes somos nosotros- “porque ustedes…”.

Julio  - (la interrumpe) Y claro, no te digo, claro que hay una diferencia, somos distintos, eso es lo que trato de explicarte, tantas veces que te lo vengo diciendo … Ojalá tengas tiempo de darte cuenta mientras estas ahí, (con tono suavemente amenazante) ya los vas a conocer.  (entusiasmado). Ahora ya le estoy viendo el lado bueno, creo que te va a hacer bien estar ahí, te va a abrir la cabeza.

Elisa  - (hace otra cara de incredulidad que él no ve) Pero vos de  qué hablás, para ella es cuestión de raza, la frase terminaba “…que son de otra raza..,” “ustedes que son de otra raza” a cada rato está con esa cantinela.., ¿te das cuenta (pausa, se queda mirándolo).  Sabés lo que me parece, que en el fondo o no tan en el fondo porque se nota  enseguida,  tienen miedo, tiene miedo esa señora…, (se queda pensando).

Julio   - ¿Y el marido?

Elisa  - El marido no, el marido es más relajado, tiene más onda.

Julio  - (con un tono casi amenazante acentuando la O) Ojo, con el marido, puede ser más peligroso.  (silencio) Bueno..,  ¿vamos?

Elisa -Vamos. (se levantan y salen caminando  hacia  el costado).    

 

Escena II (un mes más tarde)

En la casa de los patrones. Una casa señorial, un poco venida a menos pero que todavía guarda su dignidad. Ambientes amplios, techos altos, muebles clásicos.

Sra – ¡Elisa!

Elisa – Señora?

Sra -  Esta noche vamos a tener visitas a cenar. ¿Sabe servir la mesa?

Elisa – Claro, Sra cómo no voy a saber.

Sra   - (la mira con cara de “esta no entiende nada”) Me refiero a si sabe las reglas del protocolo.

Elisa - ¿Las reglas de qué…?

Sra   - Bueno, si alguna vez ha servido en una casa como la nuestra.

Elisa - No, Señora, como esta nunca.

Sra -  (dirigiéndose al marido) Escuchaste Robert, no sabe servir la mesa.

Robert - (está leyendo el diario y no le presta atención) ¿Mmmmm?

Sra   - Eih, me escuchaste…, que Elisa no sabe servir la mesa y esta noche vienen los Schuster, qué vamos a hacer.

Robert – Nada qué vas a hacer, que aprenda, no es tan grave.

Sra - ¿Y quién va a enseñarle Sofy está metida en la cocina y no sabe nada de esto?

Robert - Enseñale vos.

Sra   - Para vos es todo tan fácil, no se te ocurre una idea mejor?

Robert –No, no se me ocurre, es sencillo, son tres o cuatro reglas. (se enfrasca nuevamente en el diario)

Sra – (murmurando) No puede ser que todo cargue sobre mis espaldas. Voy a ver que hago, hablaré con Sofy. (sale en dirección a la cocina).

Robert – (Levanta la vista y mira a Elisa que se quedó parada en medio de la sala) No te preocupes, todo se va a arreglar, ella es así, un poco ansiosa, ya se le va a pasar.

Elisa - (con aire desinteresado)  No me preocupo.

Robert - ¡Epa! qué orgullo.

Elisa – Perdón, no se a qué se refiere.

Robert – A  nada, dejalo ahí.

Señora – (vuelve de la cocina y se choquea de escucharlos hablar, les lanza miradas reprobatorias) ¡Elisa! ¿qué hace ahí parada?  

Elisa – Señora, la estaba esperando.

Señora  - ¿Acaso yo le dije que me esperara? Vaya ya mismo a la cocina que Sofy le va a dar instrucciones para esta noche.

Elisa – Voy Señora (Sale hacia la cocina)

(Bajan luces)

Elisa – (entrando a la sala se repite para sí) La fuente a la izquierda, los platos servidos por la derecha, los panes, con una pinza o una cuchara y un tenedor haciendo de pinzas. La fuente a la izquierda, los platos……(repite varias veces, después se detiene, ve que no hay nadie y se acerca al teléfono, marca…) Hola, está Julio (silencio)    Hola… ¿qué tal?  …todo bien… no hoy no puedo, hay una cena en la casa tengo que servir…., bueno es por esta vez, es una cena importante. ….  ¿Mañana? Mañana  sí… pero no, no vengas a buscarme, ya te dije varias veces, la señora no quiere hombres en la casa, la vez pasada no estabas muy presentable….  Ya sé que venías de la fábrica, pero lo mismo, a la señora no le gusta… y…  nos encontramos donde siempre, en la plaza, en el lugar de siempre …. Yo también te quiero….hasta mañana. (corta)

Sra – (entrando en la sala, la ve hablando; con cara de asombro y molesta) Elisa ya le he dicho que para usar el teléfono, tiene que pedir permiso, además con quien hablaba, no será el del otro día.

Elisa – No sra, con mi hermano.

Sra – Bueno de todos modos, ya sabe para la próxima.

Elisa – Sí señora.

Sra  - Y cómo le fue con Sofy, ¿aprendió las reglas?

Elisa – Sí señora.

Sra – Pero no se confíe tanto, sería bueno que hicieran un ensayo.

Elisa – Señora, Sofy está ocupada con la cocina.

Sra – Entonces ensaye sola, no se quede ociosa, hoy no se puede equivocar, practique, practique.

Elisa – Sí señora. (Sale hacia la cocina, mientras tanto la Señora se ubica en la mesa con unos planos y un desparramo de papeles varios, y se dispone a trabajar en sus diseños. Vuelve Elisa con unos platos y  un mantel, los coloca en una parte de la mesa)

Sra – (se queda mirándola unos segundos luego vuelve a su tarea, Elisa se retira y vuelve con una fuente y unas cucharas)

Elisa – (Sirve los platos repitiendo en cada caso) La fuente a la izquierda….

Sra – (mirándola y con tono de reprobación)  Elisa que se supone que está haciendo.

Elisa – Practicando Señora como usted me ordenó.

Sra  - Pero no ve que estoy trabajando, que me está molestando.

Elisa – No señora, no me dí cuenta, yo pensé ….

Sra- Ya le he dicho que usted no tiene que pensar que sólo tiene que obedecer.

Elisa  - (muy confundida y tartamudeando) Essso, esssso es lo queeee trato de hacer, obedecer.

Sra  - Retírese de una vez, ya no moleste más, si necesita practicar practique en la cocina. 

Elisa  - En la cocina no hay sitio.

Sra  - No me conteste, vaya, vaya, salga de aquí.

 

Escena III

(En la plaza siempre sentados en el mismo banco; ambos miran al público)

 

Julio  -  Y…? contame como fue ayer la cena.

Elisa  -  Al fin todo bien pero durante todo el día la señora me tuvo loca. Que no se servir la mesa, que tengo que practicar, que no tengo que practicar, no sabe lo que quiere, no hay nada que le venga bien… ¡no me la banco…!

Julio -  ¿Y el señor?

Elisa -  El señor nada, él es más chévere, creo que el tampoco se la banca.

Julio - Por….

Elisa – Porque le para el carro cuando se pone muy loca. ¡Es una histérica…! cualquier cosa le produce shock, como que se le cae la estantería.

Julio - ¿Y él qué hace?  

Elisa – Eso, “Nadia parala” – le dice-   Y cuando está leyendo el diario… que  no le gusta que lo interrumpan. “A mí no me cuentes” .

Julio  - ¿Qué no le cuente qué?

Elisa  - Los chismes con los que le va, cosas del personal doméstico.

Julio  - O sea, de vos.

Elisa – No soy la única, está Sofy, el jardinero, el chofer. A mí me hace una seña de que no le haga caso.

Julio – ¿Quién, te hace la seña?

Elisa  - El señor quién va a ser.

Julio  - No te dije que no le dieras confianza.

Elisa – Yo no le doy, es  él que se hace el simpático, yo no doy bola a nadie, (se queda pensando)  pero a la que no me banco es a la mina,  no creo que aguante mucho en esto. ¿Y vos…? me conseguiste algo, hablaste a tu gente?

Julio  - No todavía no pude, ya voy a  hablar.

Elisa  - Pero ya pasó un mes que me prometiste.

Julio  - Mañana sin falta, te juro….¿y el jardinero…, qué onda?

Elisa  - (molesta) ¿Qué te importa del jardinero?

Julio  - Bueno no te enojes, preguntaba no más, para saber de tus amigos.

Elisa - ¿Y quién te dijo qué es mi amigo?

Julio  - Es un decir, me refiero a la gente que tratás todos los días.

Elisa  - Todos los días no, viene tres veces por semana.

Julio – Bueno más o menos.

Elisa – Ves ahí tienes una oportunidad para tí, no te interesa trabajar de jardinero.

Julio – Ni hablar

Elisa - Esta bueno el trabajo; acaso tu papá no trabaja de jardinero y se ve que le gusta porque ….

Julio – No hablés de mi padre, que sabés de mi padre, el fue obrero y  sindicalizado. Ahora de jubilado es jardinero cuando ya no puede hacer otra cosa.

Elisa - (hace un gesto de hartazgo)  Y entonces porque tanto te interesabas por el jardinero, pensé que estabas buscando otra chamba.

Julio - (molesto) Por nada, terminala con el jardinero.

Elisa – (con aire de indignación) Pero si has sido tú el que preguntó.

Julio – Bueno ya fue.

Elisa – Ya fue y yo me voy, no te aguanto. (se para)

Julio – Ehi, dale, no te vayas, amigate. Nos vemos una vez por semana y vamos a terminar peleados.  (la atrae hacia si, la abraza trata de besarla, ella se aparta, lo rechaza, él insiste, finalmente ella concilia)

Elisa – Pero no me pelees más, ya no hablemos más de eso. ¿Qué vamos a hacer? ¿Qué se te antoja?.

Julio -  Vos lo resabés lo que quiero,  vamos a un telo.

Elisa – Sí ya lo sé, (le hace un gesto con los dedos) y tienes guita.

Julio – No que voy a tener si estamos a fin de mes.

Elisa – O sea, tus deseos son dos, ir al telo y que Elisa pague.

Julio – Ya, por esta vez. (salen abrazados).

 

      Escena IV

      (En el living de la casa de los patrones,  la mesa esta llena de planos y libros de la Señora. Elisa está limpiando acomodando los papeles y se detiene a mirar cada cosa allí expuesta, despliega y pliega los planos, prueba las estilographs, por momentos se sienta a leer, cuando oye ruido de llaves se pone de pie y comienza a pasar trapo a cada pequeño objeto que encuentra, entran la señora con una amiga con quien se juntan para estudiar y asesorarse sobre los proyectos. Llegan joviales, charlando sin parar)

 

Sra -    Hola Elisa ¿alguna novedad?

Elisa - Buenas tardes Sra, no que yo sepa.

Sra    - Bueno aquí estamos, venimos sedientas y con un poco de hambre ¿no Vero?  así que traénos un té con algo rico para ir tirando hasta la cena porque tenemos mucho que trabajar.

(Elisa sale para la cocina y la Sra se acerca a la mesa con su amiga Vero)

Sra – Como ves tengo todo este despliegue aquí porque en mi estudio están pintando (le hace señas para que se acerque y le muestra un diseño) Ves lo que te decía, las cosas que me señaló, yo ya no sé para donde ir.

Vero – (mira durante unos minutos con atención) Ya veo, casi las mismas observaciones que me hizo a mí. no sé que quiere este tipo. ¿Quién lo entiende? Ahora te muestro el mío. (saca unos planos, lo extiende sobre la mesa y ambas miran y cambian ideas, al rato llega Elisa con la bandeja de los tés y está a punto de apoyarla en la mesa)

Sra -  No aquí no en la mesa ratona.

Sra -  (Elisa sirve y las dos señoras se sientan a tomar el té mientras ella sigue pasando trapo a todo lo que encuentra y acomodando cosas en la mesa, la sra la mira de reojo notoriamente perturbada por su presencia. Después de soportar un rato esa situación). Aih, Elisita, haceme un favor en mi placard, a primera vista está la blusa blanca y el pantalón gris de lino que quiero ponerme esta noche ¿le podés dar una repasada?

Elisa  - Sra Rita no viene los lunes, sólo martes y jueves.

Sra  -  (zalamera) No, precisamente te estaba preguntando si me podías hacer el favor.

Elisa  - (seca) No Sra, yo soy la mucama y la que sirvo, yo no plancho.

Sra (la mira como diciendo ésta quien se cree que es, se siente descolocada, luego se miran con Vero interrogantes y opta por disimular su descoloque) Bueno Elisa retire los servicios.

(Elisa retira la bandeja y sale para la cocina, mientras tanto Nadia, la señora  y Vero, la amiga cuchichean sobre el episodio.

Vero  - Ojo con está que si sigue así la vas a tener montada a tus espaldas, le tenés que parar el carro ya, sino después no vas a poder controlarla, se te va ir de la manos, acordate lo que te digo, Nadia despertá.

Nadia - (Nadia está muda y no atina a responder, después de unos minutos) – Realmente no sé que hacer, esta chica me desconcierta, tiene cada respuesta.

Vero  - Me imagino que no debe ser la primera vez.  

Nadia – No, ya lo vengo sintiendo de hace unos días, más le doy confianza y más se retoba.

Vero - No te digo, tenés que reaccionar ya, después va a ser tarde. (Mientras están hablando se dan cuenta que ya Elisa está de vuelta pasando trapo a los objetos, temen que las haya escuchado y se quedan mudas de repente. En eso el Señor viene de la zona de los dormitorios, saluda y busca con la vista)

Robert – Ah, Elisa, que suerte que te encuentro, te tengo que pedir un gran favor: que me vayas a comprar una coca light; estoy sediento y no quedó nada. ¿qué tal, podés ir ahora? (suplicante) Pleaaaaase.

Elisa – (afable) Sí señor ya voy, deme dos minutos que voy a cambiarme. (salen Elisa y Robert hacia el mismo pasillo, Nadia mira de reojo)

Vero  - (Sarcástica) ¿Y qué me decís de esto?  (la imita) “Sí señor ya voy”. ¿acaso las mucamas, sí,  hacen los mandados en esta casa?

Nadia -  Vos encima  no te rías, (con furia) lo voy a matar.

Vero  - ¿A quién, a él, a ella, a los dos? ¿Y por qué, por pedir una coca? No vas a poder alegar defensa propia. Lo que tenés que hacer es pararle el carro a la pendeja o sino echarla, telegrama colacionado y punto, muy simple.

Nadia  - Sí y después se lo tengo que entregar yo en mi propia casa, ya me pasó una vez con otra chica y no me gustó nada.

Vero – ¿Y qué problema hay?

Nadia  - Bueno Vero vayamos a lo nuestro que se nos va el tiempo. Fijate lo que me observó, en el afiche, el tema de la estructura, me dijo que había demasiada información en poco espacio.

Vero  - (mira el diseño) si un poco de razón tiene.

Nadia  - Yo también lo vi pero el tema es que el texto que nos dio es larguísimo. ¿qué se puede hacer?

Vero - (se queda pensando, observa, cuenta los renglones del texto) Mmmm, sabés creo recordar que en la guía se dan algunas sugerencias para estos casos. Dame la guía de Gigliotti.

Nadia  - Por aquí está (Empieza a buscar, mover papeles, etc. En eso pasa Elisa que se dirige a la puerta de calle, esta vestida impecable como cuando sale los viernes, la mira interrogante) Y ésta donde cree que va. (sigue buscando, se detiene) No sé donde puede estar, ayer cuando me fui a dormir la dejé aquí con todo este despliegue de papeles. (busca por todos lados, dos o tres veces en el mismo sitio, hasta debajo de los almohadones, de repente se detiene, se queda pensativa) Ya sé, la pendeja, se lo llevo la pendeja, el otro día se había llevado, otro libro que estaba leyendo El imperio de los signos de Barthes, me dijo que lo llevó prestado, te parece que le puede interesar el signo, ¡qué le importa del signo!. También se había llevado una escuadra, un estilograph y papel, seguramente está por hacer un proyecto.

Vero – Ahí está, pedile asesoramiento para este.

Nadia  - No te rías que esto se está poniendo grave. (con aire de mucha preocupación) No sé que voy  a hacer con esta chica.

Vero – Yo ya te dije, rajala. Mirá que empiezan con un libro y después no se sabe que se pueden tomar prestado.

Nadia – (con aire dramático) Ay, Vero, la verdad que no me ayudás nada, siempre con esas observaciones punzantes ¿no te das cuenta por la que estoy pasando?

Vero – Perdoname, no quise molestarte, perdón, perdón. (la abraza) 

Nadia – Está bien, ya pasó volvamos a lo nuestro, lo del libro ahora no te lo puedo mostrar pero sigamos, sigamos que  de una vez quiero terminar con esta entrega, me tiene desvelada. (se ponen a trabajar y hablan de sus proyectos, a Nadia se la ve como distraída, pensando en otra cosa)

Vero – Hei, me escuchás, en que estás pensando.

Nadia – Sí, te escucho, ¿perdón que decías?  (voces bajan, y bajan luces)

 

(Pasaron 45 minutos, regresa Elisa con la coca y se dirige a la cocina)

Nadia  - (mira la hora y hace un gesto de indignación)

Vero – ¿No le vas a decir nada? (la mira extrañada)

Nadia – (confundida) Ya va.., esperá…. (Elisa vuelve de la cocina) Ah, Elisa decime por casualidad vos no viste por aquí un libro que decía Guía de proyectual II.

Elisa – Sí, Sra lo tengo yo, ahora se lo traigo (sale por el ala de los dormitorios).

Vero  - (mira atónita) Eso es todo lo que vas a decirle.

Nadia - (supernerviosa) No,  ahora no puedo, a solas ya la voy a agarrar, ya va a ver esta.

 

Escena V

(Elisa y Julio en la plaza, luces van subiendo al mismo ritmo de las voces)

Julio - ……todo al revés que antes?

Elisa – Sí, porque antes era desconfiada y distante y bueno, cumplía su papel de patrona, estaba todo en su lugar, pero ahora con ese “ay Elisita” de aquí y “Elisita” de allá, ¿a qué viene eso? Me suena a maniobra para pedirme cualquier cosa: que le planche una blusa, que le lave los calzones, vaya a saber que cosas me puede llegar a pedir. ¿Te das cuenta? No, yo en esa no entro. No quiero, no quiero que se tome confianza, todo tiene que estar bien claro. Te parecerá loco pero es así.

Julio – No, no me parece para nada loco, me parece muy bien, no entres en ese juego paternalista de los patrones amigables y comprensivos. ¡Aguante mi Elisita! Bravo, bravo. (entusiasmado la abraza y hace gestos de ¡bravo!) yo opino que hiciste muy bien en pararle el carro. Ya veo que te estás avivando, que vas tomando conciencia.

Elisa – (lo mira un poco desconcertada, interrogante) ¿Tomando conciencia de qué?

Julio – De lo que tantas veces hablamos, de la diferencia, si hay una diferencia tiene que haber una distancia, no se puede mezclar, no se pueden revolver las aguas porque entonces todo se enturbia.

Elisa  - Mmmm, no sé si es eso…, (tratando de explicarse a sí misma) lo que me pasa es que si ella se hace la simpática, yo no le puedo decir nada, me pide un favor y se lo tengo que hacer, no puedo decir que no, todo se vuelve un sí señora, sí señora, en fin me quita libertad.

Julio -  Ya, ya, eso es. Un primer paso. Yo estoy contento, ¿te acordás lo que te dije la otra vez, que quizás ahí te ibas a dar cuenta de muchas cosas que yo trato de explicarte y no me entendés? Bueno ahora se dio el caso, solita te vas dando cuenta. ¡Aguante Elisa, bravo!

Elisa – ¿Otra vez con eso? (gesto de espantar un pensamiento) que tu me tienes que explicar, que yo no me doy cuenta, no me trates como una nena. Mirá, mejor dejémoslo ahí.  (Silencio) ¿Y qué hacemos hoy, cuál es el programa?

Julio -  Hoy tenemos suerte, Pablo me dejó su bulo, viajó a ver a la familia, lo tenemos hasta el lunes.

Elisa – Qué bueno, dale vamos. Pero ya te advierto que mañana entro a las 8….

Julio - ¿Cómo es eso, acaso está en el contrato, no es que entrás los lunes?

Elisa  - Es una excepción, me lo pidió el Señor, una cena de negocios.

Julio  - Cena de negocios el domingo?

Elisa  - Qué sé yo, me dijo eso, no pregunto detalles.

Julio – ¡Pero es tu día franco!... ¿Y tu libertad, qué pasa con tu libertad, ¿en qué quedamos? Recién acabas de tirarte tu gran discurso sobre la libertad (hace un gesto burlón) y ahora me venís con esa, no te entiendo. Lo que yo veo es que todo depende de quien te pide el favor. Decime, ¿no es verdad?

Elisa – No, no es verdad, o en cierto modo sí pero porque el señor siempre tuvo un actitud más amigable, ahora como te explicaba la mina se hace la simpática pero yo no le creo nada.

Julio – De él te dije que te tenías que cuidar. ¿Te acordás?  desde el primer día te lo dije.

Elisa – (zalamera) No me digas que estás celoso.

Julio – Salí, salí.  (ella se separa y se quedan sentados apartados y enfurruñados)

Elisa – (después de unos minutos de silencio tenso) Bueno, vamos o no vamos a lo de Pablo.

Julio – Vamos. (Se levantan y salen)

 

Escena VI

(El domingo a las 8. Elisa entra con su llave al living de la casa, el Sr. Robert, está sentado en un sillón, mirando un partido de futbol)

 

Elisa – Buenas noches Señor.

Robert – Buenas noches Elisa, te cuento que acaban de llamar mis invitados que cancelan la reunión de trabajo porque no se resolvieron algunas cuestiones previas, no hay cena.

Elisa - ¿Y qué hacemos entonces?

Robert – Por de pronto yo  lo mismo tengo hambre así que voy  a comer.

Elisa  - Pues entonces voy a servirles.

Robert – Ah, pero la Sra no está, se fue a Baradero que era el cumpleaños de la madre, recién volverá mañana por la tarde.

Elisa – Entonces le sirvo al Señor. (sale para la cocina y regresa al rato para poner la mesa, hace varias entradas hasta que todo está listo y se sienta en un sillón a ver el futbol) Ya está todo en el horno, ¿quiénes juegan?

Robert – Racing e Independiente. ¿Y vos de que cuadro sos?

Elisa – Aquí de River pero en mis pagos de Alianza Lima.

Robert – Cierto que vos sos peruana y cómo es que te viniste a Argentina.

Elisa – Porque yo allá tuve una patrona argentina y cuando ella se regresó yo me vine detrás de ella y estuve trabajando en su casa pero después nos peleamos.

Robert – ¿Cómo que se pelearon, que ocurrió?

Elisa  - (cortante) Nos peleamos y punto, eso no interesa.

Robert – Bueno, no te pongas así preguntaba no más, tanto sea por conversar, para saber de vos.

Elisa  - ¿Qué, ud también me quiere investigar, desconfía de mí?

Robert – No, para nada, yo te estimo mucho, de verdad Elisa, tenés que creerme.

Elisa  - Voy a ver la carne como va. (Sale para la cocina y vuelve trayendo la fuente). Señor ya está la comida.

Robert  - Ya voy  (se levanta y se acerca a la mesa, ve que hay un solo plato) Ah, no, yo no puedo comer solo, me agarra dolor de estómago. Elisa seguro vos no comiste, traete un plato y compartamos.

Elisa  - (lo mira extrañada) Pero señor….

Robert – Sin escusas, acompañame, pleeease

Elisa – Todo sea para que no le caiga mal la comida. (Va a buscar su plato, vuelve y se sienta a la mesa)

Robert - Por esta vez déjame que yo te sirva. (sirve)

(comen en silencio, luego ella pregunta)

Elisa  - Y ud a que se dedica

Robert – Soy abogado, pero ahora con mis socios queremos crear una consultora.

Elisa  - A eso quiero yo, porque en verdad yo vine a estudiar, quiero  estudiar de  abogada, aquí en la Argentina es más fácil.

Robert – ¡Ah! qué bien que quieras estudiar,  ya comenzaste.

Elisa – No, voy a empezar en marzo, ya hice los papeles, aunque ahora no sé quizás cambio, me está gustando la arquitectura.

Robert – ¡Ah! como Nadia, hablá con ella, te puede asesorar.

Elisa  - No es como Nadia, yo ya tenía la idea hace mucho y además no creo que ella  quiera asesorarme.

Robert – Me parece que no te llevás muy bien con la Señora?

Elisa  -  ¿Por qué lo dice?

Robert – Bueno, no hace falta ser muy perspicaz, es evidente. Siempre es como que se sacan chispas, bueno es lo que yo veo.

Elisa  - Pero es ella que no se lleva bien conmigo.

Robert – Tenés que tenerle paciencia, es un poco nerviosa, pero… (hace un gesto con los hombros) no le hagas caso. 

Elisa  - No, no le hago caso, ya me acostumbré. (breve pausa)….

¿Terminó? ¿puedo retirar los platos?

Robert – Si ya, terminé (Ella se levanta y está por levantar el plato y él le toma la muñeca) pero deja los platos, vení a sentarte conmigo en el sofá.

Elisa - ¡Señor!!! No creo que corresponda. Tengo que hacer mi tarea (Recoge los platos y los lleva a la cocina Robert hace un gesto de fastidio y se sienta a ver el partido, al rato ella regresa). Buenas noches señor y hasta mañana (se queda parada mirando la pantalla y finalmente se sienta)  

Bajan luces.

 

Escena VII

 

Elisa y Julio en la plaza.

Elisa - Ya cuéntame, cuál es la sorpresa que me tenías.

Julio - Adivina, adivinador…

Elisa - A ver, a ver…. ¿ Un regalito?

Julio -  Puede ser un regalo depende de donde lo mires.

Elisa – Cómo depende, o es o no es.

Julio – Bueno dale, es un regalo, pero qué, no es una cosa material que te doy, es algo que te conseguí.

Elisa – No sé, me rindo.

Julio – Pensá un poco, que me pedías vos, qué te tenía que conseguir que vos me reclamabas.

Elisa – No sé, dime ya.

Julio -  Que te conseguí trabajoElisa – ¿Ahora?..... ¿Qué trabajo?

Julio – En la fábrica, ya hablé con el capataz.

Elisa – ¿Ahora, recién, me vienes con eso? yo ya tengo chamba y no quiero trabajar en la fábrica.

Julio  - ¿Qué..., te gusta estar de sierva?

Elisa – Ya te dije que no soy sierva soy empleada.

Julio – Te consolás cambiando el nombre. ¿Y todo tu rollo de la libertad, en qué quedó.

Elisa - La libertad es lo que me estoy conquistando y acá lo puedo hacer, no en la fábrica. Sino mírate.

Julio -  ¿Qué me mire? Yo soy libre, yo no vivo en la casa de mis patrones, es que no ves la diferencia. Yo cumplo mi horario y después chau, me voy y hago lo que quiero, no estoy internado.

Elisa -  No, solamente 8 horas más media de la comida pero para cumplirlas tienes que viajar hora y media de ida y hora y media de vuelta, parado, apretado en el colectivo o en el tren. 8.30 más 3, 11.30 y encima con los ojos clavados del capataz, todo el tiempo clavados, yo eso ya lo probé y no se lo recomiendo a nadie.

Julio – Pero al menos las cosas están claras, si me explotan me explotan, ahí no me voy a a confundir, yo no condesciendo con el patrón ¿Y acaso vos no tenés también los ojos clavados de tus patrones?

Elisa – Para nada. ¿Te cuento como es mi día A la mañana sirvo el desayuno, luego paso la aspiradora y plumereo, basta que lleve el plumero en la mano y todo tranqui; al mediodía sirvo el almuerzo. Y después me retiro a mi cuarto donde puedo dormir, leer, lo que sea. Ahora en marzo empiezo a estudiar, ¿te dije no?

Julio - (se queda medio sin palabras, titubeando) Pero…, pero… el sueldo es mayor, no me vas a comparar.

Elisa - Es verdad y también que la mitad se te va en viáticos. Ni te alcanza para el alquiler, que va, ni para el telo: o paga Elisa o presta Pablo.  Ese no es programa para nadie menos para mí. Acá tengo más oportunidades. ¿Te conté que voy a estudiar?

Julio - ¿Estudiar?  no me hagas reír. ¿vos te pensás que te van a permitir? ¡Qué ilusa! Jamás te van a dar la chance.

Elisa – Ya lo estoy arreglando, ya hablé con el señor.

Julio – Te prometen y después te cagan.

Elisa – No me prometió nada.

Julio - ¿Y entonces?  Me das la razón.

Elisa – No, porque tampoco espero que me prometa nada, yo decido sola, ya me inscribí,  ya verás, falta poco, en marzo empiezo. Te aseguro que en este trabajo voy a tener más posibilidades.

Julio – Más posibilidades trabajando de sierva. ¿Te estás escuchando? Vos me rompés todos los esquemas.

Elisa – No sería mala idea.

Julio - ¿Qué decís?

Elisa  - Nada, nada, tus esquemas….. que lo pienses.

Julio – Yo no necesito pensar nada, la que tenés que pensar sos vos. Te acabo de conseguir trabajo en la fábrica, te crees que no me costó. Todos los días preguntarle al capataz, al menos me hubieras avisado, ahora me siento como un idiota.

Elisa – Ehi, Ehi, qué me dices, hace 7 meses que me habías prometido buscar, justo cuando yo había encontrado esta chamba y recién ahora lo consigues, ¿por qué tú no me has avisado que empezabas a buscarlo? Ya te habría dicho yo que no, que ahora ya no queríaJulio – ¡Elisa, basta! No quiero escucharte, estoy harto de tus caprichos y de tus sandeces.  Andá, andá  a esperar que los señores burgueses te den casa comida, sueldo y estudios por andar con el plumero en la mano. Yo estoy cansado de explicarte y explicarte y tratar de desasnarte, me rindo, allá vos con tus  delirios. Chau (se levanta y se va, Elisa se queda paralizada, como tomada de sorpresa; por detrás hace un gesto de bronca y odio; bajan luces)

 

Escena VIII

Está la Señora Nadia con su amiga Vero trabajando en la mesa del living-comedor. Entra Elisa con la franela y el plumero y se pone a limpiar y ordenar el material de trabajo que está sobre la mesa.

 

Señora – Dejá Elisa, no limpies acá que estamos trabajando. (Elisa deja las cosas de la mesa y sigue con otras que están desparramadas en algunas sillas y en una pequeña biblioteca ubicada a un costado de la mesa; Nadia y Vero cambian miradas y caras que sin palabras dicen ¡Qué desubicada!)

Señora – No ahí tampoco, todo eso estamos usando, no toques nada.

Elisa – Señora sólo me queda el living, ya limpié todos los cuartos.

Señora – No importa, lo mismo.

Elisa – Yo le voy a a dejar todo en su sitio, no le voy a perder nada.

Señora - ¡¡¡Te dije que no!!!

Elisa – Señora no me grite.

Señora  - Pues entonces no me hagas repetir.

Elisa – (molesta) Está bien…. (se retira a guardar las cosas de limpieza y regresa enseguida; toma un libro que está sobre una silla y se va a sentar a un sillón a leer; las mujeres siguen trabajando y de vez en cuando lanzan miradas interrogantes)

Señora - (Después de unos minutos de mirarla de ese modo) Elisa, servinos un té y fíjate si Sofy no necesita  ayuda.  (Sale Elisa)

Vero – No sé como decírtelo pero tenés que hacer algo, esta chica está muy desubicada; ya ves que hace lo que quiere. Tenés que rajarla.

Nadia – Vos lo decís muy fácil, no creas que no lo pensé pero no es tan simple.

Vero  - ¿Cuál es el problema?

Nadia – Mirá es bastante complicado. En parte porque la necesito, en parte porque a Robert no le gusta que esté cambiando de empleada a cada rato, pensá que antes de Elisa este año cambié tres veces, Robert dice que nada me viene bien.

Vero – Pero entonces tenés que encarrilarla, está totalmente desbandada.

Nadia – Tampoco es tan simple. No sé esta piba me intimida, como que le tengo miedo, a veces me mira con una cara, ¿viste recién cuando le grité “basta”, como me miró? No sé como me animé. En fin, no puedo encararla porque no sé como puede reaccionar, siempre es una sorpresa y una sorpresa para mal.

Vero - Sí yo también lo noté, (pensativa) No sé  que podés hacer…? ¿y vos no  lo hablás con Robert?

Nadia – No, no te digo que no quiere saber nada, me dice “a mí no me cuentes”.

Vero – Bue…  ¿qué querés que te diga? Hacé lo que quieras, pero, ojo, que yo te advertí.

(Regresa Elisa con los tés, ellas siguen hablando de su trabajo para disimular, Elisa vuelve al sillón con el mismo libro)

Vero – ¿Che, veamos la tapa de revista? Hay que analizar color, tipografía, mensaje ¿qué más  se te ocurre?

Nadia  - ¡Ah..! justo te quería comentar, se me ocurrió tomar dos tapas de revistas de distinto tipo y compararlas en razón de su tipo:  las de modas, las de música, las de jardines. La comparación siempre te da para más. Mirá por ejemplo estas dos.

(Vero se acerca a mirar y lo mismo hace Elisa y se queda revisando una pila de revistas)

Nadia – (tratando de disimular lo que está ocurriendo) Elisa, te fijaste si Sofy necesita algo.

Elisa – No Sra, no necesita nada, recién va a empezar a cocinar.  

(Nadia y Vero siguen hablando entre ellas, haciendo caso omiso de Elisa –voces inaudibles-.  Elisa se queda unos minutos parada, molesta por el ninguneo y finalmente se va a sentar nuevamente al sillón con el libro.)

Vero – (preparando su cartera) Ahora me voy un par de horas a hacer esos trámites que te dije, regreso a la tarde y seguimos, dale.

Nadia – Dale, te espero, a ver si esta tarde terminamos que esta entrega ya me tiene harta, quiero cerrar de una vez.

Vero – (Yendo hacia la puerta, Nadia la acompaña) Y bueno mirá vos si podés encontrarle una vuelta a la cosa, ahí están los trabajos de Sergio que siempre la acierta, te los dejé sobre la mesa.

Nadia – Ya veré , ya veré.

(Vero sale, Nadia regresa a la mesa de trabajo, ella y Elisa en silencio tenso; se la ve a Elisa dubitativa como si estuviera por hacer algo y busca el momento oportuno, la mira espiando a Nadia)

Elisa – (se para y se acerca por detrás) Señora hace rato que quiero hablar con Usted, y no encuentro el momento, podríamos hablar ahora.

Nadia -  (se vuelve hacia Elisa nerviosa, inquieta porque  no se había dado cuenta que la tenía detrás) Decime.

Elisa - ¿Se acuerda señora que yo le dije que quería estudiar?

Nadia – No, para nada, nunca me dijiste.

Elisa – No se acuerda, pero sí le dije. Bueno el tema es que ya presenté todos los papeles y ya este mes comienzan las clases.

Elisa  - (fingiendo preocupación) ¿Qué decís? Que te vas, y así de repente me lo planteas, tendrías que haber avisado con más tiempo, estamos sobre la fecha. ¿no podías hacerlo antes?  Ahora vas a tener que darme un par de semanas para buscar reemplazo. (suavizando el tono) Pero, en fin, espero poder arreglarlo.

Elisa  - No señora no se preocupe por buscar, yo no me voy, yo quiero seguir trabajando con ustedes, solo que voy a estar cursando a partir de las 6 de la tarde, me tendré que ausentar a las cinco.

Nadia - ¿Cómo? No, no eso no va a poder ser, aquí hay bastante que hacer a esa hora, los niños regresan del colegio, es la hora de la cena, hay que servir, ayudar a Sofy.

Elisa – Señora yo le voy a dejar todo listo, no va a ver ningún problema.

Nadia – No, de ninguna manera, lo que pretendés es absurdo, o trabajas o estudias, tenés que decidirte.

Elisa – Yo no quiero elegir, yo quiero hacer las dos cosas, estoy en mi derecho (acentuando la palabra derecho) y si no trabajo no puedo estudiar. Además no le veo lo absurdo; en mi tierra hice toda la secundaria trabajando en casa de familia y retirándome a las seis.

Nadia  - Pues aquí no se puede, aquí es distinto.

Elisa – Sin embargo mi amigo abogado me dijo que “estoy en mi derecho”.

Nadia – Vos siempre con tus derechos y tus abogados. Ya vamos a ver. Pero decime si ya hiciste la secundaria en tu país para que querés volver a hacerla, aquí se te reconoce, hay convenios.

Elisa - No Señora, yo no quiero hacer de nuevo la secundaria, ya me reconocieron todo, yo quiero estudiar universidad.  

Nadia - ¿Universidad…? No te creas que es tan fácil. ¿Y qué carrera elegiste?

Elisa – Eso todavía no se lo puedo decir, porque yo pensaba abogacía y ahora me está gustando la arquitectura. Ya me dijeron que no va a haber problemas con el cambio porque por ahora es el CBC, tengo que pedirlo y ya va a salir.

Nadia  - ¿Estás segura con la arquitectura, mirá que es una carrera muy difícil, de mucho trabajo, ya ves como estamos penando con las entregas.

Elisa  - Si señora, muy segura, yo tengo fe en mí.

Nadia  -  Bueno yo no sé si será posible tengo que hablarlo con Robert.

Elisa – Señora ya hablé con el señor, el está de acuerdo, le pareció muy bien que yo quisiera estudiar.

Nadia  - (visiblemente contrariada por lo que considera una traición) ¿Ya lo hablaste con él? No me comentó nada, pero me imagino que no le habrás dicho que querías ir a la universidad.

Elisa – Sí señora le dije y le comenté también que quería cambiar abogacía por arquitectura. Hasta me dijo que Usted  me podía asesorar.

Nadia - ¿Yo? Yo no, no tengo nada que asesorar, como no sea advertirte que es una carrera muy difícil.

Elisa – Sí, entiendo Señora, yo me imaginé pero él insistió.

Nadia – (molesta por toda la situación) Lo único que te digo es que todos tus tratos fueron conmigo así que esto también tendrías que haberlo consultado primero  conmigo.

Elisa – Señora no crea que yo fui a propósito a consultarle a él, fue algo que surgió de una conversación informal.

Nadia – (indignada) ¿De una conversación informal…? (cortante) De todas maneras yo voy a hablar con él, ahora retirate.

(Elisa está retirándose hacia el pasillo y entra Robert listo para salir)

Elisa – Señora aquí está el Señor pregúntele.

Robert - ¿Que hay que preguntarme?

Nadia  -  No nada, después te digo.

Elisa – Pregúntele ahora, así sale de dudas.

Robert -  Sí decime ahora que ya me  intrigué.

Nadia  - Elisa nos puede dejar un rato a solas.

Elisa – Ya me voy. (sale)

Nadia – Es por este asunto de Elisa que quiere estudiar

Robert – ¿Y qué problema hay? me parece bien, yo le dije.

Nadia – Pero te dijo que quiere ir a la universidad, que quiere estudiar Arquitectura.

Robert – Claro que me dijo ¿y cuál es el tema?  ¿qué…, te ponés celosa?

Nadia  - Pero vos te das cuenta lo que eso significa, una carrera de ese calibre, con lo complicada que es, no es para una chica como Elisa. Aparte que hay una incompatibilidad de horarios. Aquí hay mucho que hacer a esa hora, llegan los niños, luego  la cena. Y aparte todo el kilombo de las entregas, es una carrera de dedicación full time. ¿Qué vamos a tener una mucama o una becaria?

Robert – Bueno, no va a hacer toda la carrera trabajando aquí. Por el momento es el CBC que no será tan exigente.

Nadia  - Eso es lo que vos crees, ya vas a ver. Yo la verdad que estoy bastante preocupada, además fíjate esta chica se toma atribuciones que no le corresponden, no se ubica.

Robert -  ¿Cómo qué?

Nadia   - En miles de cosas ¿no te das cuenta? Yo no puedo explicarte.

Robert – Sí mejor no me expliques, ya sabés que no me interesan estos temas, se me hace tarde, me esperan a las 12 en la oficina. (la besa y sale, bajan luces)

 

Escena IX

En el dormitorio de la señora? Entra Elisa llevando el plumero, la franela y una aspiradora.

Elisa – Buenos días….  

Señora -  (Sorprendida) Elisa no te he dicho mil veces que no entraras sin golpear.

Elisa – Pensé que ya se había ido.

Señora – Pues no, ya ves que todavía estoy aquí y ahora por favor dame unos minutos que termine de alistarme.

Elisa  - (sentándose en un sillón bastante cerca de donde la señora se viste y agarrando una revista) No se preocupe yo la espero. 

Señora  - (le lanza unas miradas de odio y se queda medio paralizada, se prueba uno o dos pulóveres y nada la convence, se la ve realmente molesta finalmente agarra un saco , la cartera y sale sin decir palabra)

(Elisa se levanta prende la aspiradora y comienza a pasarla después de dos  o tres minutos la apaga, se acerca a la puerta tratando de escuchar si la señora ya salió, se queda esperando y finalmente cierra la puerta y regresa a su tarea, toma el plumero y la franela y los coloca sobre el toilette, se sienta y comienza a revisar y servirse: se perfuma, se prueba aretes, collares, etc.. Todo esto lo hace mechando un diálogo imaginario con la señora).

Elisa de señora – ah, no me gastes los perfumes que son perfumes finos.

Elisa – ¿Por qué no? Hay que gastar, hay que probarlos todos para eso están.

Elisa de Señora – Los aretes no, los aretes no, son un regalo de Robert

Elisa  - ¿Por qué no? A Robert no le importa que me prestes. ¿No Robert? Pregúntale Nadita, pregúntale.

Elisa se levanta y se dirige al guardarropa y comienza a sacar ropa, a mirar elegir entre varios vestidos y trajes, algunos los descarta con desprecio, los tira al suelo, finalmente se detiene en uno rojo.

Elisa de señora – (suplicante) No el rojo no, cualquier otro pero menos el rojo.

Elisa – (con tono autoritario) El rojo sí, Nadita, tiene que ser el rojo, no hay otro, ya lo decidí. (se lo prueba, luego va al espejo se mira, se arregla detalles y finalmente corre a poner música y comienza a bailar, varios minutos de baile, juegos con el plumero y la franela.)

Robert – (entrando)  ¡Elisa! ¿Qué hacés?

Elisa – (Después de pegarse el gran susto, reacciona) ¡Ahy!  Robert, aquí estoy, ¿no me ves? limpiando el cuarto, le muestra el plumero y sigue bailando muy seductora.

Robert – (se queda mirando)  ¡Estás espléndida! (se acerca y la abraza tomándola de la cintura y bailan juntos; hay bastante apriete claramente en aumento, se van acercando a la cama, cuando está a los pies, Robert la tira sobra la cama y allí se besan y abrazan cuando de repente Elisa se levanta bruscamente)

Elisa – No Robert, ahora no

Robert – ¿Por qué no?

Elisa  - Obvio, porque puede venir Nadia.

Robert – Sabes que no, que está en clases y no vuelve hasta la tarde.

Elisa –  Puede ocurrir, puede haberse olvidado algo, nunca se sabe; y menos acá en su cama.

Robert – (seductor) Entonces vamos a la tuya. (le suena el celular, atiende)

Hola Nadia, ¿qué decís?

Elisa  - ¿No decía yo, ves lo que pasa?

Robert – (Se asusta tapa el celular, le hace señas de que no hable y se aleja de Elisa para que Nadia no la escuche) ¿Qué decías que no te escuché?.... A ver esperá que me fijo, donde decís que la dejaste?   (pausa) (suena el celular de Elisa, Elisa atiende y Robert se desespera y le hace mil señas de que se aleje, hasta que finalmente Elisa sale del cuarto)  Era el celu de Elisa. ….Que qué hago acá…, y… justo yo entraba a ver si estaba tu billetera. …. No, es que estaba aquí cerca, venía a buscar mi saco. Ay, Nadia por favor, que estás pensando, déjate de elucubraciones absurdas. …… No demos vueltas, aquí está tu billetera qué hago. Bueno te la guardo en la cómoda, quédate tranquila que no la perdiste. …¿Yo?… yo ahora salgo, no te digo que venía a buscar el saco, tengo una reunión a las 12. …..Chau nos vemos a la noche, te mando un beso. (se acerca a la puerta, se asoma y le hace señas a Elisa de que entre)

Elisa  - (entrando) Dale después te llamo, ahora estoy ocupada, sí, ni bien me desocupe. (Corta y se guarda el teléfono en el bolsillo)

Robert - ¿Quién era? Seguro que tu Julio

Elisa  - No, era mi hermano, ya te dije que con Julio se acabó. Y además si fuera Julio ¿qué?  ¿A vos quién te llamaba? tu Nadia.

Robert – Sabés bien que no es lo mismo.Elisa – Yo no sé nada, para mí es lo mismo.

Robert – No quiero discutir, ahora no empecemos de nuevo con eso.

Elisa  - De acuerdo, no discutamos, eres tú  el que traes el tema.

Robert – Volvamos adonde habíamos dejado (muy seductor, la abraza) ¿vamos a tu cuarto?

Elisa – Ya te dije que no, hay muchos riesgos no puedo arriesgar mi trabajo.

Robert – Pero si soy yo tu empleador, el que te da trabajo

Elisa – Pero tu no eres amo, dependes de ella, estás esposado.

Robert – Bueno basta de vueltas, cuándo vamos a poder estar juntos y dónde.

Elisa  - No me decías que el fin de semana se va a Baradero.

Robert – Bueno, te tomo la palabra este fin de semana  Va a ser de diez, ya verás. Te voy a preparar una sorpresa.

Elisa – ¿Qué sorpresa?

Robert  - Ya verás, ya verás, por ahora ni yo sé.

Elisa  - Bien pero con una condición.

Robert  - ¿De qué se trata? Estoy para complacerte.

Elisa  - Que hables con Nadia.

Robert  - ¿Sobre qué? Ya te dije que no tenías que preocuparte por Nadia, que ella es un poco  pesada pero que no le hagas caso.

Elisa  - Eso ya lo sé, yo no le hago caso, ya sé como manejarla. Lo que ocurre que el otro día le pedí ayuda para mi entrega y me dijo que no, que no tenía tiempo, bastante antipática, yo ya sé que es una excusa lo del tiempo, lo que pasa que a mí no me quiere, se le nota que no me quiere.  Pero si vos le pedís. ….

Robert – Veré que puedo hacer, ya sabés cuánto quiero complacerte en todo, …algo haré, confiá en mí que todo va a ir bien. (le da un beso apasionado y se va) Chau, belletza.

Elisa -  (se cambia la ropa, se pone la suya, saca el celular y llama a Julio) Hola ya estoy aquí, ahora podemos hablar, es que recién estaban los señores por aquí, y no les gusta verme con el celu. ¿quiubo, que es de tu vida, te borraste, hace más de un mes que no sé nada….  Si más vale que te disculpes  …Bueno sí,  a mí también me da gusto escucharte, pero yo me hago preguntas, no creas que todo me da lo mismo.  ….. Esta bien si quieres nos vemos, pero ese no es el punto, me parece que hace falta una explicación ……..No, este finde no puedo, el señor me pidió que me quedara porque la señora  de nuevo se va a Baradero  y a lo mejor tiene gente a cenar, todavía no sabe pero por si acaso. …..  ¿Otra vez qué? ……..No, en verdad, no le veo nada de malo, ya te dije la vez pasada si me lo piden con onda yo le hago el favor ………………(se escuchan gritos confusos en el teléfono)….. Julio parala, para eso me llamas, para pelearme, después de un mes sin hablarme? …..  Hola,  hola,  ….., ¡holaaaaa! El boludo cortó.

Elisa-  (guarda el celu y se pone a pasar franela o plumero, lo hace de una manera mecánica pensando en otra cosa; le suena nuevamente el celu, no atiende, se corta, vuelve a sonar, ella vacila y finalmente atiende) ¡Ay! Eres tú otra vez, que te pasa, me gritas, me cortas ¿y ahora con que te vienes?  (escucha un rato largo) Bueno, esta bien hablemos el viernes, quizás podamos vernos el sábado.

   

Escena X

(Elisa y Julio en la plaza)

…………..

Elisa –  Bueno cuéntame, que ha sido de tu vida todo este tiempo que no nos vimos.

Julio  – Nada, trabajando como siempre.

Elisa – ¿Siempre en la fábrica?

Julio – Sí donde querés que sea, tampoco pasó tanto tiempo.

Elisa – Es que…., quieres que te diga la verdad… ya te dije …me parece que te están superexplotando. Busca algo más independiente donde tú seas el dueño, que nadie te vigile. Por eso te decía lo de jardinero.

Julio – ¡Ay, Elisa! No entendés, ya no sé como explicarte. No ves que es en la  fábrica donde se puede realmente participar. En la fábrica hay algo, hay una comunidad podemos organizarnos, no estamos solos, somos todos cumpas. Yo te voy a a prestar unos libros para que leas, a ver si te convencés.

Elisa  - Yo no quiero leer nada que me convenza de que la explotación es buena. Además Julio has sido tú el que ha comenzado a hablarme de explotación. Yo ni lo había pensado. En mi tierra trabajamos duro y no nos damos cuenta. Entonces en que quedamos, no era el capitalista que explotaba al obrero en las fábricas.

Julio  - No, no es el único caso. A vos también te superexplotan y lo peor es que estás en condición de sierva, no superaste el medioevo.

Elisa – A mí no, te equivocas, a mí nadie me explota, ya te lo he explicado la vez pasada, pero tú no escuchas. Yo me quedo en este trabajo porque aquí tengo posibilidades de progresar, de estudiar….

Julio – Ay, sí qué ingenua que sos creés que te van a dejar, ni sueñes.

Elisa – No necesito soñar, porque ya se me ha dado.

Julio  - No te la creas, al final te van a poner mil trabas, yo los conozco, sé lo que te digo. Insisto te voy a traer un libro, sólo uno. Y prometeme que lo vas leer.

Elisa  - No te prometo nada, pero no creas que es por darte la contra es que no tengo tiempo,  tengo mucho que leer para la Facu.

Julio – Pero qué, ya estás en la Facu?  

Elisa  - Es lo que te estoy diciendo tonto. Y tu dale que no te van a permitir, que vas a ver y vas a ver, que te van a joder, no ves que no escuchas.

Julio  - ¡No te creo!

Elisa  - Ves Julio cómo eres, tu nunca me crees, no me tienes confianza, eso es lo que me embronca. Pues tal cual como te digo ya comencé el CBC y a fin de mes tengo la primera entrega. Por eso que no tengo tiempo para leer tu libro.

Julio – Bueno, bueno, no te embronques que no quise decir eso, no quise decir que me estabas mintiendo, fue una exclamación de asombro.

Elisa  - Entonces ahí ves, pero tengo más para contarte, adiviná quién me está ayudando.

Julio   - Que sé yo, ¿no me digas que tu patrona?

Elisa – La misma, ahorita mismo me está resolviendo algunos problemas. Dime pues, si no es una suerte tener una patrona que sigue tu misma carrera y  te hace las tareas. ¡Estoy recontenta…!

Julio – Pero no era que te trataba mal y no te la bancabas ¿cómo es que ahora te hace las tareas?

Elisa  - No, eso era antes…, hace rato que hace todo lo que yo quiero.... ¿ qué cómo fue? No sé. Para mí que el señor le dijo algo, aunque también pienso que ella me tiene miedo siempre me tuvo miedo, de una forma u otra, siempre me tuvo miedo.   (se queda pensando) Yo sabía que esto iba a pasar

Julio  - ¿Qué que cosa iba a pasar?

Elisa  - Nada, no importa. Pero en verdad no debiera decir que esto iba a pasar sino que yo lo iba a lograr porque la cosa no cayó del cielo, fui yo que con mi empeño lo logré.

Julio -  ¿Con tu empeño, qué empeño?

Elisa  - Dejalo…, vos no entendés.

Julio – Obvio que no entiendo, (con cara de asco) ni me interesa, “que te empeñaste, que lo lograste” Estás delirando. ¿De qué me estás hablando?

Elisa  - Pensá lo que quieras, de todos modos no lo vas a entender. 

Julio  - (bastante alterado) Mirá, lo que pienso, escuchame. Todo esto me parece muy turbio. No sé que relación tenés con ese Robert. Resulta que ahora tu patrona te hace las tareas porque el marido se lo manda y vos cuando ella se va a Baradero vas a servirle la cena al boludo. Decime te paga horas extras o te paga con especies.

Elisa  - (indignada) Julio que estás insinuando

Julio  - No estoy insinuando estoy expresando una casi certeza.

Elisa  - Te equivocas, no tienes ninguna certeza de nada  y nunca la vas a tener, nunca vas a entender nada. Y eso porque no escuchas, a mi no me escuchas, no sabes quien soy, tu andas por ahí con tus certezas al aire, con tus esquemitas y ahí empujas la realidad para que se te acomode; todo eso, claro, mechado con tus celos, porque…..

Julio – Por favor, no niegues la evidencia. Me vas a decir que …..

Elisa  - (interrumpiendo) ¿Sabes qué…, sabés que?, yo estaba contenta, yo vine a verte aquí con todo mi entusiasmo, a contarte,  esperaba que me felicitaras porque yo te dije ese día, la última vez que nos vimos, te acuerdas que te dije que quería estudiar e iba a hacer lo imposible por lograrlo.  Y lo logré, Julio, te das cuenta. Por eso esperaba que mi felicitaras. Por que lo logré Julio ¿te das cuentas que logre poner a mis patrones, “tus burgueses” a mi servicio? esos de los cuales decías que me tenía que cuidar. Parece que son  ellos los que tienen que cuidarse de mí. Pero no importa, en verdad, verdad, no esperaba que me felicitaras. En el fondo sabía que no me entendías, lo siento yo tampoco confiaba mucho en ti.

Julio –  Elisa…, ¿qué estás diciendo, te estás escuchando?

Elisa – Sí, me estoy escuchando, y por eso no hay vuelta atrás, eso es lo triste. Porque cuando uno dice las cosas es como que toman cuerpo, ya no se puede negar, ni borrar. Antes era como que uno tenía una duda y como un  secreto. Pero cuando lo dices se acabó, no hay más duda, no hay más secreto, no hay más nada, eso es lo triste, pero lo mismo estoy contenta que puedo estudiar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

  

 

 

 

 

 

 

   

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

   

  

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